Intersecciones entre Música y Lenguaje hablado
En
la actualidad son muchas y muy variadas
las referencias que documentan sobre la intersección entre música y
lenguaje hablado: Deutsch (1991, 2004), Aiello (1994), Besson & Schn (2001), Lerdahl
(2001), Molino (2001), Patel et Al
(1997, 1998, 2003), Koelsch (2004),
entre otros. Las posiciones oscilan entre aquellos que consideran al lenguaje y
la música como entidades provenientes de las mismas estructuras cognoscitivas,
como Steven Brown (2001), para quien ambas
actividades humanas se desarrollan en paralelo en el ser humano; hasta
posiciones menos unificadoras, donde si bien se advierten similitudes
estructurales estas no son definitivas.
Lo que es un hecho en la vida real es la manera en la que los
lingüistas ( A.Quilis, F. José Cantero y otros) utilizan términos propios de la
música para referirse a fenómenos del análisis fonético y lingüístico tales
como entonación, curva melódica, bemolización, rasgos tonales, gesto y otras. A
su vez, el mundo de la música también se ha nutrido de acepciones, concepciones
y estructuras nacidas en el ámbito de la lingüística tales como fraseo,
secuencia, articulación, acentuación, rimado,
la deducción , la inducción, la
negación, la repetición; igualmente los referentes griegos clásicos sobre las
reglas de la retórica que como elementos formales que esculpidos con la experimentación
de la percepción, también llegan a ser
determinantes en la formación del arte sonoro barroco, refiriéndose a nociones
como la coma, la pausa, la respiración, la reiteración que se integran a la
música como elementos de reposo y movimiento, como cadencias e inversiones
acordales, etc.
En
palabras del compositor R. Wagner “el lenguaje de la música es el principio y
fin del lenguaje de las palabras”, Un aspecto diferenciador de gran
importancia entre ambos lenguajes lo constituye la semántica o significancia,
ya que en el lenguaje oral constituye la base de la comunicación; por el
contrario, en música, la semántica es terreno de la teorización y de la poesía
en donde la ambigüedad no es un defecto sino inclusive una cualidad de libre
interpretación. Según algunos autores, cuando escuchamos un discurso hablado
ponemos principalmente atención al significado y no a la estructura gramatical
o prosódica, de forma similar cuando escuchamos música encontramos esta
carencia de escucha estructural ( H.
Schenker). Por ello el lenguaje hablado es mas rápidamente asimilado al
contar con un sistema semántico altamente definido y también potenciado por el
“mensaje emotivo” lo que en fonética se conoce como “tono emotivo” de la
entonación, el cual tiene repercusiones melódicas, prosódicas, tímbricas y
rítmicas.
Según
el Journal of Music and Meaning, el
ritmo es un factor de identidad cultural,
se considera como principio de organización que estructura eventos,
lenguaje y habla. En este sentido, el ritmo junto con la entonación,
constituyen el marco de referencia de la organización prosódica. (El compositor
checo Leos Janacek (1854-1928)
utilizaba en sus trabajos “ ritmos naturales subidas y caídas de la lengua
checa” en algunas de sus operas, su obra
“Cartas intimas” para cuarteto de
cuerdas está basada completamente en transcripciones musicales de frases y
expresiones habladas. (Bela Bartok piden en su cuarteto de cuerdas numero 4 “parlando” en el movimiento lento de
la obra))
Los
autores Patel y Daniele (2003) del
Instituto de Neurociencias de la Jolla,
California, tras haber investigado las relaciones entre ritmo lingüístico y
musical, afirman, al estudiar y comparar a autores franceses e ingleses tales
como Debussy y Elgar, que las
diferencias rítmicas encontradas entre las lenguas francesa e inglesa se
correspondían en el campo de la composición musical en la variabilidad de
figuras rítmicas (mayor en el inglés) y de repetición de alturas (también mayor
en el inglés). Estos resultados fueron ampliados por los investigadores Hurón and Ollen (2003) Quienes extendieron las relaciones de la lengua
hablada y la composición musical en otras naciones como Noruega, Polonia, Rusia
e Italia. Así mismo habiendo encontrado que en lenguas con estructuras
silábicas similares al inglés y alemán se daban mas similitudes que entre
lenguas como el español y el italiano cuyas unidades no son predominantemente
mono-silábicas. Estos resultados confirman la suposición de que el ritmo lingüístico condiciona en cierta
manera la composición musical. En estudios posteriores (con compositores del
siglo XX) se ha encontrado una situación
más abierta de influencias lingüísticas, en la que los autores están mucho más
permeados por otras lenguas, además de la materna.
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